Anna Pavlova

 Poseedora de un talento innato para la danza, su estilo  refinado y su sutileza  quedó magistralmente expresada en la que fue su más inolvidable creación por Michel Fokine: La muerte del cisne, una coreografía que, con  música de Camille Saint-Saëns fue  estrenada en San Petersburgo y presentada en el Metropolitan Opera House de Nueva York cinco años más tarde. Interesada por las danzas tradicionales, en sus programas le gustaba  introducir danzas procedentes de países tan dispares como la India, Polonia, Japón y su Rusia natal.

Anna Pavlova fue una bailarina rusa que nació en San Petersburgo- La Haya en el año 1881. Inició sus estudios en 1891, a la edad de diez años, en la Escuela de Ballet del Teatro Marinsky de San Petersburgo con Pavel Gerdt, Christian Johansson y Eugenia Sokolova. Debutó en la compañía el 1 de julio de 1899 con La Virgen Vestal.

Después de varias giras por Londres, Nueva York, Praga y Berlín con Mikahil Mordkin como partenaire, Anna Pavlova, aún ligada al Teatro Marinsky, formó su propia compañía en 1910. El grupo, formado por tan sólo ocho bailarines en un principio, fue ampliado en 1913 para realizar una gira por toda América.

Harcourt Algenaroff, Hilda Butsova, Laurent Novikoff, Ruth Page, Pierre Vladimirov y Alexander Volinine fueron algunos de sus colaboradores. La Primera Guerra Mundial la sorprendió en Berlín, pero consiguió trasladarse a Londres, donde actuó privadamente para el rey Eduardo y la reina Alejandra.

Setenta años después de su muerte, Anna Pavlova es recordada como el símbolo de la danza clásica, por la potencia emotiva y la profunda perfección que supo transmitir a su interpretación.

muerte del cisne

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